Al noroeste de Escocia, hay una isla de unos 80 km de largo, llamada Isla de Skye. Skye en escocés significa viento y en noruego antiguo niebla. La verdad es que la isla hace perfecto honor a ambas palabras.
Continuando con nuestro ánimo aventurero, 5 jóvenes espedicionarios partimos a la aventura el pasado viernes. El viaje ha estado lleno de sorpresas y ha sido uno de esos que creo que tardaré en olvidar ciertos puntos. El tiempo estimado Edimburgo-Skye son unas 5 horas a ritmo cómodo en coche, por unas carreteras del diablo, similares a las irlandesas que visitamos Nico y yo el año pasado. Pero hubo una serie de incidencias que hicieron que se prolongara 4 horas más el viajecito :p. De buenas a primeras, nos metimos en medio de una tormenta de nieve bastante salvaje. Todas las carreteras estaban llenas de nieve hasta unos 30 cm, y en los arcenes se podía ver como 50 cm de nieve en algunos sitios. Cabe decir que nuestra conductora, Mariángel, una simpática y guapa venezolana, no había visto nevar nunca hasta que llegamos a Edimburgo hace un mes. Así que se ha hecho un curso de conducción en nieve avanzado en 2 días. Fue bastante cómico-estresante, tener que ir todo el rato mirando en el GPS cómo seguía la carretera, ya que por la nieve era imposible ver bien el trazado hasta que no estabas a 5 metros de un cruce, y de vez en cuando tener que bajar todos del coche para empujar, porque si no, no subíamos alguna cuesta. En medio de esta tormenta de nieve, paramos en un pub local de un pueblo perdido de la mano de diox, donde una desagradable camarera se negó en rotundo a servirnos algo caliente, porque era tarde y era sólo la hora de las bebidas frías. Todo esto con 2 chavales más en el bar.
Continuamos nuestro camino bajo la nieve y en cierto momento, en medio de bosques y lagos, tuvimos que esquivar a algún ciervo hijoputa, que habían decidido que era el mejor momento para cruzar la carretera. Mientras sus colegas ciervos-con-cornamentas-grandes-como-árboles nos miraban a 30 metros de la carretera, no fuera a ser que pisáramos su bosque nevado... Tras alguún susto más por la nieve, por las cuestas y por todo, llegamos finalmente a nuestro albergue en la Isla de Skye, a eso de las 3 de la mañana.
El albergue muy bien. Se trata de un viejo colegio acomodado como albergue por una simpática familia, un poco "aficionada" eso sí, que le han puesto de nombre Skyewalker :D. La verdad es que nos dieron un trato genial. Estábamos solos en el albergue (quién coño va a viajar ahora salvo 5 locos como nosotros) y todo el rato preocupados por nosotros, por las noches cantando, o jugando a la Wii que tienen en el salón común, contándonos cosas de la isla. Genial.

Un puntazo también que el dueño del albergue nos dejó su kilt y demás atuendos escoceses, Claymore incluido (espada escocesa a dos manos) para que nos vistiéramos y sacáramos fotos :p

La isla es una preciosidad. Como debido a estar todo nevado había dificultades para ver algunas zonas decidimos quedarnos 2 días, especialmente porque el domingo había previsión de lluvia, que se llevaría la engorrosa nieve. Y dicho y hecho, el paisaje nevado-que-te-cagas del sábado pasó a ser un domingo con granizadas, lluvias y vientos enviados directamente por algún dios vikingo con muy mala leche. Ambos paisajes (nieve y no-nieve) preciosos. Está todo lleno de cascadas de vértigo, castillos típicos escoceses, lagos cristalinos, e incluso pudimos ver 1 par de focas nadando y zambulléndose en el agua.


La vuelta no pudo tampoco estar exenta de sorpresas. Tuvimos un pinchazo justo al final de un pueblo y para sorpresa, no teníamos las llaves adecuadas para quitar la rueda y poner la de repuesto. Así que a llamar al seguro. Luego con la rueda de repuesto puesta, poquito a poco hasta casita.
Saludos desde el gélido norte.