No sólo de Edimburgo vive el buscador de petróleo

De vez en cuando también hay que salir y aprovechar los preciosos y excasos momentos de luz con que deleitarse de los invernales colores de la isla. Así que el fin de semana pasado, haciendo honor a nuestro apelativo de "exploradores", alquilamos un par de coches de esos que tienen el volante al otro lado, y sin siquiera saber los límites de velocidad del país (curioso en las carreteras no hay prácticamente señalizaciones de velocidad, y las señales de cruce las ponen juuusssto al lado del cruce), hicimos un viaje hacia el sur, en busca de arañar unos pocos minutos más de luz que si viajáramos hacia el norte.

Aquí podéis ver un típico y bubólico paisaje escocés, con el famoso castillo de Alnwich, donde se están forrando a base de convertirlo en una feria para que los padres de niños (y no tan niños) gasten sus ahorros en baratijas derivadas del negocio de Harry Potter, ya que ahí se grabó buena parte de la película. Nuestro objetivo era verlo, pero el bueno del duque, conde, marqués o lo que sea que es dueño del castillo, gusta de invernar en él, en vez de en su mansión de Mallorca (que deja para el verano), así que simplemente lo vimos por fuera (pagar 15 euros para ver sólo un jardín no era plan). Lo gracioso fue que todo esto nos lo explicó una simpática (y habladora) mujer que vigilaba los accesos al castillo, con un "no es que el señor del castillo prefiere que los niños no puedan ver ahora el castillo y hacer que se vuelvan a casa con las manos vacías, porque le gusta dormir aquí, incluso cuando tiene varios más y casas en España".






También pudimos observar el bonito muro de Adriano (aunque nos costó encontrarlo), que a estas alturas es poco más alto que muchas vallas para el ganado, y ha sufrido "ligeros" desperfectos en sus materiales, que ahora deben estar por toda la isla (si tienes ya la piedra sacada, para qué montar una cantera).



Saludos desde el exilio del norte.