01 septiembre 2006

Dependientas charras


Salamanca es una ciudad muy diversa y rica culturalmente. Tenemos nuestra ranita con una Universidad para sujetarla; el astronauta, con su catedral de fondo; las guiris en minifalda tajadas por la calle y hechando polvos en el callejón de detrás de mi casa; el tío de la bandurria, el del acordeón y el de "me dan algo para comer" cruzando mi calle todos los días... y un largo ecétera de figuras que adornan la ciudad casi tanto como la arenisca de Villamayor. Entre este largo plantel de recuerdos para el turista hay uno del que nadie se suele olvidar, que es de las dependientas charras.

La dependienta charra (Mulier foedum) es muy característica. Se distingue del resto de dependientas enseguida. Su tono de voz se podría clasificar de seco y con armonía nula (o totalmente disarmónico). Su expresión es rápida, directa y contundente. Además suelen ser parcas en palabras, el empleo del saludo "hola" es para ellas un mal necesario y cuando pueden evitan pronunciarlo. Por supuesto a estas dependientas el empleo de monosílabos les encanta. Si te atienden en una panadería donde vas habitualmente tienden a aprenderse qué pides para no tener que molestarse en preguntarte el resto de las veces. Además cuando entras en el negocio en que operan no suelen detener sus actividades de ocio ante tu necesidad como cliente. Si la niña está hablando en la puerta de la tienda por teléfono con su novio o sus amigas ni por un momento se plantea interrumpir la conversación para ir a ver qué necesitas. Incluso esto cobra el máximo exponente cuando la señorita en cuestión está bociferando con el novio acerca de su relación con sutiles expresiones como "gilipollas", "tu puta madre", o "no me sale de los cojones".

Pero no todo son desventajas. Si te vas a comprar ropa no te acosan preguntándote si necesitas ayuda. La verdadera razón de que El Corte Inglés aún no esté en Salamanca es que saben que lo van a tener difícil para encontrar acoso-dependientas como en el resto del país. Esto facilita mucho la compra al no tener que escuchar calificativos sobre lo bien que te queda cualquier cosa con tal de vendértela.

Animo a todos los que han sufrido experiencias con este tipo de dependientas a que salgan del armario y las confiesen. Repetid conmigo: ¡no es normal que sean tan hoscas! ¡queremos más guiris en las tiendas, que aunque no hablen el idioma hablan más que las charras!.