19 junio 2006

Santidad bien premiada.


Sacado de "Informe sobre la tierra: fundamentalmente inofensiva", último libro de "La Guía del Autoestopista Intergaláctico" (Douglas Adams).

En vida, San Antwelmo fue un monarca noble y famoso que enunció una hipótesis grandiosa y popular. La asunción del Rey Antwelmo consistió en postular que, prescindiendo de todo lo demás, lo que ansiaba la gente era ser feliz, pasarlo bien y divertirse juntos lo más posible. A su muerte legó toda su fortuna personal para financiar unos festejos anuales que recordaran su asunción a todo el mundo, con montañas de buena comida, bailes y juegos muy tontos, como la Busca del Wocket. Su Asunción fue tan espléndida y luminosa que le hicieron santo. Y no sólo eso, sino que todos los que anteriormente alcanzaron la santidad por hechos como morir lapidados de forma absolutamente cruel o vivir boca abajo en barriles de estiércol, fueron inmediatamente degradados y pasaron a considerarse como gente bastante molesta.


Otra de esas novelas sabias que deberían obligar a leer en el cole para incentivar la lectura, en vez de 100 años de Tostón (digo de Soledad).